Barquisimeto, capital del estado Lara, ha sido durante décadas escenario de proyectos ambiciosos que prometieron transformar su infraestructura urbana, dinamizar su economía local y mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Sin embargo, dos de los más emblemáticos —el Centro de Convenciones de Barquisimeto y la Estación Central Simón Bolívar, conocida como el nuevo Terminal de Barquisimeto— se han convertido en símbolos del abandono institucional y la falta de continuidad administrativa.
El nuevo Terminal de Barquisimeto: un proyecto clave para la movilidad que nunca despegó
La Estación Central Simón Bolívar, diseñada como el corazón del Sistema de Transporte Masivo Transbarca, fue anunciada en 2005 con bombos y platillos. Su ubicación estratégica en la avenida Florencio Jiménez y su conexión directa con un sistema de buses articulados prometían una solución eficiente al caos vehicular en la ciudad. El plan contemplaba carriles exclusivos, modernas estaciones y una terminal de pasajeros de nivel nacional.
El proyecto, respaldado por la Gobernación de Lara, el entonces Ministerio de Infraestructura (ahora Ministerio de Transporte) y el ente operativo Transbarca, comenzó con fuerza, pero en 2007 sufrió su primera paralización. A pesar de su reactivación en 2013 y la incorporación parcial de algunas unidades en circulación, la infraestructura nunca fue completada. Hoy, el avance físico de la obra no supera el 50%, y muchas de sus instalaciones lucen deterioradas, cerradas o inoperativas.
Este proyecto, vital para descongestionar la Terminal de Pasajeros de Barquisimeto y ordenar la movilidad urbana, se ha convertido en un gigante inconcluso que consume recursos sin resultados tangibles. Además, el sistema Transbarca, lejos de convertirse en una solución integral, apenas cubre una fracción de su capacidad prometida, lo que deja a los barquisimetanos en manos de un transporte público caótico, costoso e ineficiente.
Centro de Convenciones: un sueño truncado para el turismo y la cultura
Al otro extremo de la ciudad, en el cruce de la avenida Bracamonte con el Paseo Juan Guillermo Iribarren, yace otro símbolo de la falta de planificación: el Centro de Convenciones de Barquisimeto. Este imponente complejo fue proyectado como una plataforma para convertir a la ciudad en un epicentro de eventos empresariales, culturales y académicos a nivel nacional e internacional.
Según los anuncios oficiales de 2010, a cargo de Ciudad Convención, la Alcaldía de Iribarren y la Gobernación de Lara, la obra se encontraba en su fase final y estaría operativa para 2013. El complejo incluiría auditorios con capacidad para más de 1.000 personas, salas de exposiciones, salones de conferencias y un teatro multifuncional.
Sin embargo, más de una década después, las estructuras siguen en estado de abandono, sin avances significativos. No hay acceso al público, las obras están paralizadas y los espacios, invadidos por la maleza y el deterioro, son testigos silenciosos de una oportunidad perdida para fomentar el turismo de convenciones y dinamizar la economía de servicios en la ciudad.
¿Dónde quedaron las inversiones? Ciudadanía exige respuestas
La existencia de estos «elefantes blancos» no solo representa una mala gestión de recursos públicos, sino también una falla grave en la planificación estratégica del desarrollo urbano. A pesar de las millonarias inversiones anunciadas y los años transcurridos, los barquisimetanos siguen sin ver resultados.
Ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil han exigido respuestas claras sobre el destino del dinero público, así como la reactivación de proyectos que podrían aportar dinamismo económico, generación de empleo y mejora en los servicios básicos. Las consecuencias de estas obras inconclusas no son solo visuales, sino profundamente estructurales, ya que frenan el crecimiento económico, desalientan la inversión privada y erosionan la confianza en las instituciones.
¿Qué se necesita para reactivar estas obras?
Especialistas en planificación urbana y desarrollo local coinciden en que para retomar estas iniciativas se requiere voluntad política, financiamiento transparente y un plan técnico actualizado. También proponen la creación de alianzas público-privadas que permitan reimpulsar las construcciones sin depender únicamente del financiamiento estatal, cada vez más escaso.
Mientras tanto, los habitantes de Barquisimeto siguen viendo cómo dos obras que alguna vez representaron esperanza y modernidad se deterioran ante sus ojos, recordándoles que sin compromiso ni rendición de cuentas, el progreso puede quedarse a medio camino.