Frente a la indiferencia de los organismos públicos, los habitantes del sector 1 de la Ruezga Norte, al norte de Barquisimeto, decidieron no esperar más. Cansados de convivir con montañas de basura, malos olores y el desbordamiento constante de aguas servidas, los vecinos se organizaron para transformar un foco de contaminación en un espacio verde y de esperanza comunitaria.
La iniciativa nació de dos residentes: Reimond Castillo y Rafael Castillo, quienes con esfuerzo, creatividad y compromiso social, convirtieron los problemas en oportunidades. Rafael, desempleado en ese momento, tomó una pala, un pico y una carretilla, y comenzó a canalizar las aguas negras con arena, logrando que el paso peatonal y vehicular fuera nuevamente transitable.
“Pasaban los gobiernos y nadie daba solución. Me dio tristeza ver cómo los vecinos saltaban los charcos de agua contaminada. Decidí actuar”, relató Castillo, quien ha mantenido el canal durante tres años, aunque advierte que el material usado se deteriora con el tiempo y urge una reparación definitiva.
Por su parte, Reimond promovió una propuesta ecológica al crear jardines ornamentales en los antiguos vertederos improvisados. “Aquí tiraban basura y hasta animales muertos. Empecé a limpiar y sembrar. Al principio costó, pero con ayuda de los vecinos el espacio cambió”, comentó.
Entre lirios, cayenas, hierbabuena y orégano, el jardín se convirtió en un símbolo de conciencia ambiental y convivencia vecinal. Lo que antes era un foco de insalubridad, hoy representa la fuerza de una comunidad que, pese al abandono institucional, ha demostrado que la unión puede más que la desidia.
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