La música puede abrir caminos insospechados y cambiar destinos. Ese es el caso de Pathrycia Mendonça, una violinista nacida en Barquisimeto, estado Lara, quien pasó de viajar en bus durante la madrugada para asistir a sus clases de violín en Caracas, hasta cumplir el sueño de tocar en uno de los escenarios más grandes del mundo junto a la banda británica Coldplay.
El sacrificio detrás del talento
Con apenas 12 años, Mendonça comenzó una rutina que marcaría para siempre su carrera artística. Cada semana, partía a la medianoche desde Barquisimeto en un recorrido de ocho horas en autobús hasta Caracas, donde al amanecer llegaba para asistir a sus clases de violín en El Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles de Venezuela, el programa musical que ha formado a miles de jóvenes en el país y que ha proyectado talentos al mundo entero.
“Iba a mis clases y, al mediodía, volvía a mi ciudad con mi madre”, recordó en una entrevista concedida a la BBC, donde destacó el papel fundamental del apoyo de su familia. Ese sacrificio temprano no solo forjó su disciplina y constancia, sino que le dio la fuerza necesaria para perseguir sus sueños a escala internacional.
Hoy, con una maestría en música y una vida multifacética en la que combina sus roles de madre, chef y profesora, Mendonça ha alcanzado uno de los momentos más importantes de su trayectoria: tocar en el estadio de Wembley, en Londres, frente a decenas de miles de personas.
Coldplay y El Sistema: el encuentro de dos mundos
Para la violinista larense, subir al escenario con Coldplay fue mucho más que un logro profesional: fue la realización de un sueño que parecía lejano.
“Soy fanática de Coldplay”, confesó, señalando que siempre había soñado con interpretar Viva La Vida, uno de los temas más emblemáticos de la agrupación británica y reconocido por sus arreglos de cuerdas.
Ese momento, asegura, fue una manera de honrar sus raíces en El Sistema y en Barquisimeto, ciudad reconocida internacionalmente como la “capital musical de Venezuela”.
Un ejemplo para las nuevas generaciones
Lo que vivió Mendonça en Wembley no solo representa el punto más alto de su carrera hasta ahora, sino también una fuente de inspiración para los jóvenes músicos venezolanos que atraviesan dificultades pero mantienen viva la esperanza de alcanzar grandes escenarios.
“Es la mayor cantidad de gente a la que he tocado nunca. Es una forma de representar a mi país y de dar esperanza a todos los niños que he tenido la oportunidad de enseñar”, expresó con orgullo.
Su historia es testimonio de que el esfuerzo, la disciplina y la pasión pueden abrir puertas impensables, incluso desde los rincones más humildes de Venezuela hacia los escenarios más imponentes del planeta.