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En un contexto social cargado de tensión, incertidumbre y pérdidas afectivas, la gestión emocional se ha convertido en una herramienta indispensable para la estabilidad mental de los venezolanos.
Así lo asegura el psicólogo clínico Carlos García, profesor de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA), quien destaca la urgencia de aprender a reconocer y procesar las emociones como un acto de salud y madurez psicológica.
Durante su más reciente conferencia, García subrayó que el primer paso hacia el equilibrio emocional es darse permiso para sentir. “El problema no es lo que sentimos, sino cómo negamos o reprimimos esas emociones. Gestionar no significa eliminar, sino reconocer y comprender”, expresó.
El miedo y la incertidumbre: las emociones dominantes en el país
El especialista identificó al miedo como la emoción predominante en la sociedad venezolana actual. Este sentimiento, explicó, está profundamente ligado a la incertidumbre económica, política y social que viven las familias.
“La gente teme por su seguridad, por su estabilidad, por su futuro. Y ese miedo prolongado genera agotamiento emocional, ansiedad y dificultades para tomar decisiones”, señaló García.
El psicólogo advierte que el miedo sostenido puede derivar en estados de hipervigilancia constante, donde el cuerpo y la mente se mantienen en alerta, incluso en ausencia de peligro inmediato. Esto puede traducirse en irritabilidad, insomnio, dolores musculares o aislamiento social.
“Gestionar el miedo implica reconocerlo y preguntarse: ¿qué puedo controlar y qué no? Solo desde esa conciencia se puede recuperar el equilibrio interno”, agregó.
El duelo migratorio: una herida emocional colectiva
Otro fenómeno emocional profundo que afecta al país es el duelo por migración, una experiencia que, según García, ha transformado la estructura emocional de millones de familias.
“La diáspora venezolana ha dejado vacíos difíciles de asimilar. Muchos viven un duelo silencioso por la distancia con sus seres queridos. Es una tristeza que no se resuelve fácilmente porque el vínculo sigue vivo, pero interrumpido”, explicó.
El especialista sostiene que este tipo de duelo, llamado duelo ambiguo, se caracteriza por la imposibilidad de cerrar emocionalmente un ciclo. “El que se queda no termina de aceptar la ausencia, y el que se va muchas veces carga con culpa o nostalgia. Ambos viven una forma de pérdida que debe ser acompañada con empatía y comprensión”, añadió.
Para manejar este proceso, García recomienda mantener los vínculos activos a través de la comunicación constante, crear nuevas rutinas significativas y permitir que las emociones —tristeza, nostalgia, enojo o esperanza— se expresen sin juicio.
Claves prácticas para gestionar las emociones
Ante la complejidad del entorno, el experto compartió dos recomendaciones esenciales para mantener la salud emocional:
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Dosificar la información y cuidar la exposición a contenidos negativos.
“No toda noticia o publicación necesita ser consumida. Si la información nos genera ansiedad, debemos regular su impacto. Hay que aprender a desconectarse para proteger la mente”, afirma García. -
Expresar lo que perturba en un espacio seguro.
El psicólogo invita a “sacar hacia afuera lo que duele” mediante el diálogo con personas de confianza o con profesionales. “Hablar sana. Poner en palabras lo que sentimos nos libera del peso interno que puede volverse destructivo”, puntualizó.
Suicidio y apoyo emocional: escuchar sin juzgar
En su intervención, García también abordó el delicado tema del suicidio, destacando la importancia de ofrecer apoyo solidario y sin juicios a quienes atraviesan un momento de crisis.
“El acompañamiento debe ser empático, no inquisitivo. Las preguntas del tipo ‘¿por qué lo hiciste?’ o ‘¿qué te pasa?’ pueden agravar la sensación de culpa. Lo que se necesita es presencia, escucha y contención”, enfatizó.
El especialista alertó sobre la invalidación emocional, un fenómeno común en las familias, donde los sentimientos son minimizados con frases como “no llores”, “no exageres” o “debes ser fuerte”. Estas expresiones, aunque bien intencionadas, pueden llevar a reprimir emociones y aumentar la sensación de soledad.
La “generación de cristal”: sensibilidad no es debilidad
Al referirse a la llamada “generación de cristal”, García fue enfático en defender el valor de la expresión emocional en los jóvenes.
“Expresar las emociones no es signo de fragilidad, sino de valentía. Reconocer lo que sentimos es un acto de autoconocimiento y una forma de salud mental preventiva”, declaró.
El psicólogo explicó que los jóvenes enfrentan hoy niveles de estrés e incertidumbre sin precedentes, por lo que requieren espacios seguros para hablar de lo que sienten sin temor a ser juzgados. “Escuchar, validar y acompañar son acciones que salvan vidas”, añadió.
Hacia una cultura de salud emocional
García considera urgente promover una cultura de salud emocional en las escuelas, universidades y entornos laborales.
“La educación emocional no puede seguir siendo un lujo. Debe ser parte del aprendizaje cotidiano. Si enseñamos a los niños y jóvenes a reconocer sus emociones, estaremos formando adultos más empáticos y equilibrados”, afirmó.
El especialista también llamó a los medios de comunicación a contribuir con mensajes responsables sobre bienestar mental y autocuidado. “Informar con sensibilidad puede hacer la diferencia entre generar miedo o promover esperanza”, concluyó.
La gestión emocional no elimina los problemas sociales, pero ayuda a enfrentarlos con mayor fortaleza interior. Reconocer el miedo, hablar del duelo y expresar las emociones no es un signo de debilidad, sino de humanidad.
