El 6 de mayo de 1977, Roberto Gómez Bolaños “Chespirito” y su elenco se presentaron en el Anfiteatro de Barquisimeto, en uno de los espectáculos más recordados de la ciudad. El impacto cultural fue tan grande que desplazó a producciones humorísticas locales y consolidó el fenómeno televisivo en el país.
El 6 de mayo de 1977 quedó grabado en la memoria de los barquisimetanos. Ese día, la capital larense se detuvo para recibir a los personajes más queridos de la televisión latinoamericana: El Chavo del 8 y El Chapulín Colorado, junto al elenco liderado por el genio del humor mexicano Roberto Gómez Bolaños “Chespirito”.
En el Anfiteatro de Barquisimeto, una multitud abarrotó las instalaciones para ver en vivo a quienes hasta entonces solo conocían a través de la pantalla. El recibimiento fue tan masivo que la prensa local, entre ellos el diario El Impulso, lo calificó como un verdadero acontecimiento cultural y mediático.
El fenómeno de Chespirito en Venezuela
Para 1977, tanto El Chavo del 8 como El Chapulín Colorado ya eran fenómenos de audiencia en la televisión venezolana. Su éxito fue tan avasallante que, según reseñó la prensa, llegó incluso a desplazar a programas nacionales de gran tradición, como El Show de Joselo y Radio Rochela, que habían dominado el humor televisivo en el país durante años.
La influencia fue tal, que desde su primera transmisión en 1971 hasta la actualidad, las producciones de Chespirito han mantenido un lugar en el corazón de varias generaciones de venezolanos.
“Nadie es profeta en su tierra”
Durante aquella visita, Gómez Bolaños concedió declaraciones a la prensa en las que manifestó su asombro por la fama alcanzada en Venezuela, incluso mayor que en su propio país. Su célebre reflexión, recogida por El Impulso, fue contundente:
“Nadie es profeta en su tierra”.
Para entonces, los niños venezolanos ya repetían incansablemente frases que se convirtieron en parte del habla popular, como el clásico “No contaban con mi astucia” del Chapulín Colorado o el “Síganme los buenos”, entre muchas otras.
Un hito cultural que perdura
El paso de Chespirito por Barquisimeto fue más que un espectáculo: fue la confirmación de la profunda conexión que el público venezolano había establecido con los personajes del comediante mexicano.
La visita de 1977 se recuerda como un hito en la historia del entretenimiento de Venezuela, pues evidenció cómo una producción extranjera podía calar con tanta fuerza en la cultura popular, marcando a niños, jóvenes y adultos.
Hoy, 48 años después, las travesuras del Chavo y las torpezas heroicas del Chapulín Colorado siguen vivas en la memoria colectiva, transmitiéndose de generación en generación y demostrando que el humor sencillo y universal de Chespirito nunca pasa de moda.